CRÓNICAS DE VIAJE

sábado, octubre 04, 2008

Ruta N° 8



El apartado pueblo había conocido tiempos mejores, entonces cuando estaba pegado a la ruta que llegaba a empalmar se con la Internacional; allí donde los automóviles no corrían sino volaban cual bólidos con los consiguientes accidentes diarios, pero... quién los contaba. Al llegar allá parecería que los coches pretendían demostrase a si mismo cual era su máxima posibilidad y ello para beneplácito de sus dueños.
Habían levantado a lo largo de la Ruta8, en el casi un kilómetro que bordeaba el pueblito, un número bastante considerable de bares, restaurantes, estaciones de servicio, etc.; inclusive un pequeño parque, con una par de mesas para hacer picnik o simplemente tomarse un descanso o un refresco.
Era una mezcla de colores, olores, corridas y gritos de chicos, perros y demás.

Todo comenzaba bien tempranito con la llegada de los camiones inmensos, cargados de todo tipo de mercaderías, maquinarias, animales y un sin fin de productos que transportaban en su ir y venir desde puntos muchas veces muy distantes de allí.
A consecuencia de este movimiento continuado y diario, la mayor parte de los habitantes del pueblo trabajaban y vivían de este kilómetro y medio de ruta.

Pero llegó el día en que todo terminó. Fue un 14 de marzo, día inolvidable para todos. No obstante no fue sorpresa, pues se sabía bastante de antemano, casi un año y medio antes. El alcalde del pueblo recibió la noticia, fue cerca del mediodía. Día nublado y frío. Llegó una camioneta que aparcó frente a la Alcaldía; bajaron dos individuos, perfectamente trajeados, entraron rápidamente y pidieron hablar con el Alcalde a la brevedad posible. Se presentaron como emisarios del Ministerio de Obras Públicas. A los pocos instantes el dueño de casa en persona salió a recibirlos e invitarlos a su despacho.
La entrevista, demasiado corta para semejante noticia; en pocas palabras lo pusieron en conocimiento de la medida tomada por el Ministerio y ya aprobada por el Gobierno Central, la cual determinaba que: la ruta provincial N°8 sufriría un desvío, necesario, para permitir la construcción de un puente de acero sobre pilares, que evitaría las continuas inundaciones en la época de lluvias, que anegaban toda esta zona en la cual abundaban los cultivos, ocasionando pérdidas cuantiosas a los agricultores de toda la comarca adyacente. En otras palabras: la ruta en cuestión no pasaría bordeando el pueblo en una parte de su trayecto; unos 30km. antes, se la desviaría hacia el nordeste, y el tramo existente se utilizaría para llegar o salir del pueblo.
El Alcalde no podía escuchar lo que pretendían explicarle, motivos, cálculos, beneficios, el desarrollo, el adelanto, bla, bla, bla. Dejaron sobre su escritorio una voluminosa carpeta en la cual estaban detallados todos los pasos previos a la decisión, inclusive todos los planos aprobados, en fin toda la historia preliminar antes de llegar a la conclusión irrefutable: "el desvío". Saludaron y desaparecieron como una fantasmagórica ilusión.
Se quedó sentado, no podía reaccionar, la mente estaba como trabada, imposible pensar, casi automáticamente llamó a su única secretaria, le pidió que le trajera un café, pero esta vez bien fuerte. Acto seguido tomó el teléfono y llamó a su hermano, abogado de profesión, que representaba a la Alcaldía y que además era miembro activo del Consejo del Pueblo.

-Raúl?... soy yo. Si, de salud bien, gracias, pero aquí en la alcaldía, hay un asunto urgente que tratar, necesito que vengas lo antes posible, sí!! es urgente!!!, no nada personal, pero algo que nos incumbe a todos.
Estaba tomando el café, las escenas se le superponían: los negocios cerrados, familias en bancarrota, lloridos de desesperación...
Al llegar el abogado, y antes de entrar a la oficina de su hermano, preguntó a Matilde, la secretaria, si sabía lo que pasó. -No sé- explicó la empleada.
-Llegaron dos personas hace un rato, la entrevista lo dejó muy nervioso, está muy raro… lo desconozco, entre por favor, ¡vea lo que le pasa!

Lo encontró sentado mirando por la ventana, absorto en sus pensamientos, ni siquiera notó que alguien entró en la oficina. -¿Qué esta pasando hombre? ¿Qué es lo que te ocurre?
-Sientate, sientate, es preferible que lo escuches sentado.
-No me lo hagas tan misterioso hermano, por favor, ¿de que se trata?
En breves palabras, entrecortadas a raíz de los nervios, el Alcalde lo hace partícipe de las malas nuevas. Colocándole en las manos la carpeta que recibió momentos antes; pidió a su hermano estudiar detenidamente su contenido, para luego manifestar su parecer al respecto.

-Antes que nada, mi querido, cálmese, cálmese. Tú no tienes la culpa sobre decisiones ministeriales, más teniendo en cuenta que no tuviste ni voz ni voto en las deliberaciones preliminares del caso en cuestión. Te diré más, es ilegal tomar decisiones tan cruciales, pues ellas afectan a todo un pueblo, sin siquiera poner en conocimiento de ello a las autoridades representativas, en este caso su Alcalde. Ello con el fin de brindarle la oportunidad y posibilidad de estudiar debidamente los pro y contra del propuesto plan. Existe una reglamentación, hace ya unos años fue promulgada, la cual determina uno a uno los pasos a seguir en casos de esta índole, que tienen relación directa y/o indirecta sobre el desarrollo de una población. Por lo cual, resulta completamente problemática e inaceptable ésta resolución. Me llevo la carpeta a mi bufete. Ya me pondré en comunicación contigo. Ah!, eso sí, considero muy importante el no realizar comentarios de ninguna clase sobre el tema. Espera por favor escuchar mi opinión, ten un poco de paciencia, en este tipo de casos es imprescindible actuar con calma y pies de plomo, no
apresurarse para no cometer errores que podrían resultar insanables. Confía en mí.

Ya había pasado el mediodía. Nuestro Alcalde recordó que debería en aquellos momentos, encontrase con su señora e ir a almorzar a la casa del médico cabecera de la familia. No podía fallar pues esta invitación fue pospuesta por el mismo, ya dos veces. En dicho instante lo menos que deseaba era sentarse y hablar sobre bueyes perdidos, cuando era tal el problema que lo aquejaba, pero, con el correr de los años en este puesto, unos meses más cerraría los seis, había aprendido, ocuparse en varios asuntos simultáneamente, manteniéndose fiel a cada uno en su momento. Pero esta vez era demasiado. El porvenir de todo el pueblo estaba en juego. No quiso ni pensar en las consecuencias inmediatas de tal resolución e inclusive todos los desenlaces posteriores que ésto traería aparejado. Salió de su oficina, saludó a su secretaria y fue en busca de su señora.

Segundo capítulo
Martín y su esposa, se turnaban para mantener abierto el kiosco las 24 horas, los 7 días de la semana. No se podían quejar, tenían una casita bien puesta, a sus cuatro hijos no les faltaba nada. Inclusive ya habían empezado a calcular las posibilidades de la compra de un autito. Por ahora eran sólo pensamientos, pues el hijo mayor, Raúl, de quince años, era muy buen alumno, y necesitaba una asignación mensual extra para sus viajes a la ciudad, distante unos 50km., allí tomaba unos cursillos de telecomunicaciones; ya era el 2do. año; le gustaba mucho. El costo del curso, sumado los demás gastos relativos, involucraba un monto considerable, pero estaban convencidos que éste, el mayor, sería un excelente profesional, el tiempo tenía la palabra.
Cuando se enteraron de la mala nueva, el mundo se les vino abajo, hacían sus cálculos diariamente, empezaron a disminuir gastos superfluos. Recordaron los tiempos pasados, aquellos antes de la apertura del kiosco, cuando Martín trabajaba en el correo local, y la esposa limpiaba casas por hora; apenas les alcanzaba para terminar el mes. Por suerte el padre de ella, era propietario de uno de los almacenes del pueblo, y más de un mes, les daba una mano. Con sólo pensarlo las lágrimas cubrían sus ojos. Martín estuvo haciendo averiguaciones.


En primer lugar volvió a las oficinas del correo. Salió bastante malhumorado después de la entrevista con el nuevo encargado. Un altanero venido de la capital, le informó que no veía la posibilidad de que éste año se produjera alguna vacante, pero que le consulte dentro de unos meses, quién sabe, quizás… No le comentó nada a su esposa al respecto, ¿qué ayudaría? sólo provocar más tristeza.

La notó muy venida a menos aquella tarde cuando lo vino a cambiar en el kiosco: no se había arreglado como acostumbraba, aparentaba diez años más de su edad, se sorprendió pero optó por callarse. A las pocas horas cuando volvió al kiosco, no la vio parada frente a la ventana-mostrador, no obstante había una pareja de clientes reclamando ser atendidos. Los atendió y entró en la trastienda.
Estaba sentada en el sillón, llorando en silencio, las manos le cubrían el rostro. Quiso gritar de angustia al verla pero se controló. Trajo un vaso de agua, se sentó a su lado, le pidió que tome unos sorbos. Cuando bajó las manos se vieron unos ojos pequeños bañados en lágrimas, el semblante de una persona afligida, triste; a Martín se le rompió el corazón en pedazos, no encontró las palabras adecuadas para tratar de calmarla, por lo menos momentáneamente. Salió, no quiso que ella lo viera llorar. Sintió que las lágrimas brotaban, no obstante el esfuerzo para evitarlo. ¿Qué sería de ellos?
Todo se terminó, parecía un sueño, éso era: ¡un sueño! pues de otra forma no se podría explicar. ¿Como era posible que se permitiera una cosa semejante? Familias en camino a la bancarrota, ¿quién debería haber hecho algo y no lo hizo? ¿Dónde estaba el Alcalde? ¿Los concejales? ¿Ésto era parte del comentado plan de estabilización? ¿Unos se elevan y otros caen en la miseria? Que problemático era comprender toda esta clase de medidas.

Los dos empleados de la gomería estaban sentados, pensaban con la vista perdida hacia la ruta. Cada tanto pasaba un vehículo. Ese día casi no tuvieron trabajo aparte de los dos camiones que aparecieron tempranito a la madrugada, y que dicho sea de paso, peliagudo fue sacar la rueda pinchada de uno de ellos: se les había atascado y les costó más de dos horas hasta que lo lograron. El dueño, Don Frederic, hijo de alemanes venidos como inmigrantes después de la guerra, razón por lo cual tenía un acento muy notable al hablar, daba la sensación de que siempre estaría enojado. Pero no era así, era muy amable y correcto. Los llamó a la oficina, los invitó a sentarse. Ellos, imaginando la causa, se quedaron callados y esperaron el golpe.

-Bueno muchachos, ésto no va para más, ¿era de esperar, no?Aquí les preparé lo que les corresponde, agregué unos pesos más, para que les compren golosinas a los chicos. Lo lamento sinceramente, todos deberemos recapacitar y buscar nuevos horizontes, créanme que lo lamento.

Se dieron un fuerte apretón de manos, se golpearon mutuamente los hombros, juntaron sus cosas, y salieron al camino de regreso al pueblo. Sin saber para qué.

El parque, bajo el cuidado del flaco Coronel, brindaba a los momentáneos viajeros, un lugar agradable que lo aprovechaban para hacer un alto en el camino, descansar, tomar y comer algo, y especialmente dar rienda suelta a los niños, que no soportaban las horas sentados en los coches. Se había convertido para él, en su niña bonita, que le dedicaba más de lo que correspondía.
Esa mañana comenzó revisando todos los grifos, verificando que estén bien cerrados, utilizando las plombas que había recibido para tal fin. Luego sacó las lámparas de los faroles, que alumbraban las mesitas desparramadas por todo el predio, embalándolas en las cajas que debería llevar a la Alcaldía. No pudo, fue más fuerte que él, echó un último vistazo a este prolijo lugar que supo mantenerlo en excelentes condiciones a través de los años.

Mientras viajaba de regreso al pueblo, no podía dejar de pensar en su señora enferma; trataba de ocupar su mente en otra cosa, no le era posible. La imagen de ella en su silla de ruedas, a causa de aquel accidente ocurrido por su culpa. Pensó que despediría a la señora que limpiaba la casa y atendía a los chicos. Era lo primero que debería hacer al llegar. Empezaría a buscar un trabajo, ¿pero de qué? ¿en donde? Sus pocos conocimientos adquiridos en la primaria, no le permitirían encontrar algo respetable y menos en este pequeño pueblo.

Los pensamientos le habían ocasionado un fuerte dolor de cabeza, habían empezado desde temprano, pensó ir a la farmacia para comprar algo que le calme el dolor. Al entrar se topó con el farmacéutico que estaba saliendo, el susodicho se disculpó pues no lo podría atender, a causa de que lo llamaron urgente del colegio de su hija, se cayó en el recreo, probablemente se haya fracturado una mano. Necesitaba llevarla al hospital.

Después de escuchar los problemas de los demás, olvidó del dolor de cabeza y decidió dar una vuelta, charlar un poco con la gente, estudiar las posibilidades de trabajo, en fin, estaba comenzando a preocuparse, lo veía todo muy negro. Lentamente caminó por las calles del pueblo, mirando todo cartel o anuncio, esperaba encontrar algo que le interese, percatándose que había pasado ya mucho tiempo desde la ultima vez que paseaba sin apuro, sin rumbo fijo. Descubrió varias cosas nuevas, ¿cómo no las había visto antes? ¡que interesante! siempre apurado, corriendo, nunca tenía tiempo para él; o los chicos ,o su señora, la casa…
Entró en la peluquería, no había nadie, que raro pensó. -¿Como le va amigazo?- lo recibió con mucha alegría el peluquero.

Bastante feúcho el muchacho, pero sabía bastante bien su trabajo, lo había aprendido, dicen que a coscorrones, de su padre Eduard o el inglés, como lo llamaban en el pueblo. Fallecido hace unos años de un ataque al corazón, no había alcanzado los 60; se comenta que el abuso de la bebida sumado a los dos paquetes de cigarros diarios, ayudaron a terminar bastante temprano, el paso por ésta vida.
Correctamente arreglada su cabeza, por fuera, compró un ramo de flores para su señora y así marchó hacia su casa para charlar con su compañera y tratar de encontrar una salida a éste gran problema existencial.

Tercer capítulo
El abogado ya en su despacho se puso a estudiar detenidamente el contenido de la carpeta. A medida que iba adelantando en la lectura, los nervios igualmente iban en aumento, se lo podría apreciar en las facciones de su cara, hizo una pausa y ordenó a su secretaria comunicarse urgentemente con el Ministerio de Obras Públicas en la capital y solicitar el Departamento del Sur, al cual éste pueblo pertenecía, requiriendo una entrevista con el Jefe del Departamento, que fue compañero suyo en la facultad; esperaba que lo recuerde pues habían tenido varias experiencias un poco picantes en aquellos días de estudiantes.

Ya dentro del tema, comenzó a vislumbrase ante sus ojos, influenciado sin duda por largos años en la profesión, la mayoría de los cuales como encargado general en la firma Casper, una de las más distinguidas y renombradas asociaciones de abogados del país, habiendo tenido bajo su responsabilidad decenas de casos complicados y confusos que se le encomendaron y que en su mayoría llegó a solucionarlos, con el consabido triunfo en lo tribunales. Todo ello brindó a la firma interesantes beneficios, otorgándole mucho honor y prestigio como profesional al pertenecer a ella, descartando obviamente, toda la sabiduría, experiencia y tenacidad, detalles imprescindibles para poder salir airoso en cada caso que ponían frente a él.

Éste era un caso que había sido preparado con suma sabiduría y perspicacidad, permitiendo sólo a ojos de lince, experimentados como los suyos, poder abrir lentamente y con suma cautela esta especie de caja de pandora.
Obvio que aquí fue sembrada una cantidad nada despreciable de dinero, logrando subsanar toda clase de obstáculos que pudieran o pudiesen obstaculizar el camino de los acuerdos, aprobaciones y pruebas fehacientes como lo exige razonablemente la ley.
Por ejemplo, en el capítulo que se certifica la aprobación o negativa del Alcalde del pueblo que sería °afectado° como resultado de la realización del proyecto, consta, en el lugar donde se deberían explayar las causa y/o quejas, que se enviaron recordatorios(en dos oportunidades), y al no haberse acusado recibo por parte de la Alcaldía, el expediente fue pasado como aprobado.
Nunca había recibido la Alcaldía ningún documento de ésta índole alusivo al proyecto tal y, además, de las tres cartas enviadas al Ministerio en cuestión, exigiendo una entrevista con el Ministro, respecto a las reiteradas promesas mencionadas en varias ocasiones, con el fin de repavimentar todas las calles del pueblo, hasta dicha fecha ni siquiera fueron contestadas.
El abogado finalizó la lectura de todo el contenido de la carpeta. Llamó a su secretaria pidiéndole que envíe al Ministerio una faximilia con todos los datos del caso, dirigida al Ministro, con copia al Jefe del Departamento Sur (su compañero de estudios), para que estén al tanto de la urgencia de mi pedido de la entrevista.

Salió de su oficina confuso y nervioso. Aquél asunto era para los diarios, pero primeramente lo debería consultar con su hermano. Hacia la Alcaldía se dirigió.
-No estoy seguro de querer sacar todos los trapitos sucios a la prensa...Así se expresó nuestro Alcalde al escuchar la proposición de su hermano.

-Creéme, es lo que corresponde en éstos casos, debemos exigir que salgan a la luz todas éstas maniobras ilegales, que conducirán a la destrucción de éste pueblo, se expresó el abogado tratando de convencer a su hermano.
-Sí, de ello estoy seguro, es más, todos los habitantes del pueblo aceptarán la publicación. Está en juego su porvenir y el de sus hijos. Si éste proyecto se pone en marcha, éste pueblo ¡¡¡va al muere!!!
-Yo mismo prepararé el informe a la prensa, estoy sopesando que lo mejor será una Carta Abierta dirigida al Ministerio, ¿que opinas? Consultó el abogado.
-De acuerdo, de hacerlo debe ser impactante y directo, manos a la obra; yo por mi lado convocaré a una reunión urgente del Consejo Deliberante para ésta misma noche a las 21hs. Prepara el Orden del Día para tratar un solo tema.

Cuarto capítulo
Al día siguiente fue publicada una CARTA ABIERTA en la hoja central del diario *Nuestro País *( el de mayor venta) dirigida al Ministerio de Obras Públicas de la Nación, firmada por el Alcalde y en nombre de todos los habitantes del pueblo afectado.
No obstante éste pueblo, era un insignificante punto en el amplio mapa del país, ésta Carta Abierta, detalle bastante fuera de lo común en los últimos años, produjo un cimbronazo descomunal, no sólo en el Ministerio en cuestión, sino en todos los Ministerios, y por supuesto en la mismísima Casa de Gobierno, donde los teléfonos, faximilias y computadoras trabajaron horas extras.
También en la calle de toda ciudad del país, en todo lugar que había más de una persona, los comentarios sobre la carta de queja, era el único tema de conversación del día. La radio e inclusive varios programas de actualidad en la T.V. no quisieron mantenerse apartados de este candente y picante tema del día.
El tono de la Carta Abierta, sin ser grosero ni ofensivo, vislumbraba perfectamente el carácter impulsivo, lleno de enojo y crítica contra el Ministerio en cuestión. El lenguaje utilizado era correcto, expresado con palabras concisas, que reflejaban el descontento de todo un pueblo afectado por una decisión errada, según ellos, y todo basado en fundamentos que no obstante eran legítimos y brindarían un sin fin de soluciones a problemas existentes. Toda una población se desmoronaría, con la consiguiente problemática existencial, a causa del alejamiento de la ruta que hoy bordea el pueblo. Además, y esto se destacaba en un tipo de letra remarcado, que mediante sobornos, regalías y un sin fin de maniobras ilícitas, se obviaron revisiones, haciendo la conocida ° vista gorda° a toda una serie de requisitos preponderantes, que están perfectamente especificados en todos los reglamentos alusivos al tema.
Recién en los noticieros de la noche de todos los canales de T.V., se pudo ver al Ministro de Obras Públicas de la Nación en persona, leer un comunicado como contestación a la Carta Abierta publicada, pero sin referirse específicamente a ella. Ofreció una somera explicación, (bastante infantil según los comentarios posteriores de la prensa) de cómo se desarrollan los proyectos respectivos a las obras que realiza el Ministerio, cuales son los criterios que se toman en cuenta, y un sin fin de detalles, bastante superficiales, que no terminaron de convencer a nadie, y menos que menos a los habitantes del pueblo afectado.
El mismo día en que fue publicada la Carta Abierta, el abogado que representaba a la Alcaldía del pueblo en cuestión, se presentaba en la recepción del Juzgado Provincial de Justicia, con una denuncia oficial en contra del Ministerio de Obras Públicas de la Nación.
De aquí en más, los teléfonos no cesaron de sonar en la pequeña centralita del correo del pueblo; además no se daba abasto con la correspondencia diaria que llegaba de la ciudad capital y de casi todos los rincones del país.
Corresponsales de radio, periodistas de diarios y de canales de T.V. deambulaban por las calles del pueblito haciendo preguntas y realizando entrevistas a todo parroquiano que se les ponía en frente.

Mientras esto ocurría, los vecinos no sabían a ciencia cierta a que atenerse. Todos, sin excepción, incluidos los niños, concurrieron a la concentración a realizarse frente a la Alcaldía para escuchar de boca del Sr. Alcalde en persona, la mala nueva.
Hubo exclamaciones de crítica contra el Gobierno Central, contra el Ministerio, y también un sin fin de palabrotas no muy calurosas para el Alcalde.
Después de escuchar la noticia y darse como finalizado el acto, más de la mitad de los vecinos se quedaron un buen rato discutiendo, gritando e intercambiando ideas y quejas.

Los días pasaron. Las conjeturas abundaban. Artículos comentando los acontecimientos respecto al tema, publicados en los diarios de la zona y en los de la capital, continuaron apareciendo durante dos o tres veces por semana. Pero como todo, el tiempo hizo lo suyo. La noticia y comentarios desaparecieron de todos los medios de comunicación.

Ya faltaban menos de dos meses para el fatídico día. El Alcalde con su abogado fueron recibidos por el mismísimo Ministro de Obras Públicas de la Nación. Se estipuló un máximo de quince minutos para la entrevista, a causa de la partida al extranjero, ese mismo día, del magistrado. Es notorio resaltar que el viaje tenía la finalidad de participar en un Congreso Internacional, para analizar los problemas del Bienestar Individual en los países de escasos recursos.
Los dos hermanos se presentaron en las oficinas del Ministerio, debiendo aguardar más de media hora de la hora fijada para ser recibidos por el ministro.
El anfitrión, politiquero viejo, de correctos modales, se levantó de su espectacular sillón situado detrás de un no menos descomunal escritorio, acercándose a la pareja de invitados. Los saludó calurosamente, invitándolos a tomar asiento en unos mullidos sillones, haciendo él lo propio.
Sin ninguna clase de preámbulo y como si continuará una suspendida conversación les dijo:


-Muchachos, entiendo perfectamente el motivo de vuestra visita, y es más, al informarme de la petición de la reunión, decidí acceder a ella y ordené que sea a la brevedad posible, soy partícipe de vuestra preocupación y abnegación con respecto al bienestar de los habitantes del pueblo y por supuesto por su futuro. Solicité el material necesario para interiorizarme personalmente del proyecto, y poder analizar detenidamente los pormenores. Por supuesto aproveché los asesoramientos de la gente especializada en la materia. Lamentablemente y creanmé con mucho dolor, me resultó imposible el no corresponder en forma positiva a la realización de la obra en cuestión. Dicha obra, que incluye el desvío de la ruta, es como un sueño que dentro de poco se convertirá en realidad. Sí, ya sé, noto que las palabras se les escapan de sus bocas, ahórrenselas, no son necesarias, las sé, ¡creanmé! Son verdaderas y en su lugar, pero, frente al Gobierno en general y al Ministerio en particular, existe un panorama más amplio que abarca no sólo el pueblo que ustedes dignamente representan, sino, en este caso, toda la comarca. Y como siempre el desarrollo acompañado por el avance tiene su precio, tocándoles hoy a Uds. enfrentarlo.

Ah! antes de terminar nuestra interesante plática, pues mi tiempo es escaso y debo atender otros asuntos no menos importantes, les comunico que ya he dado las indicaciones pertinentes para la confección de un Plan Tipo de ayuda en todo lo concerniente a préstamos y demás para de esta forma dar una mano a todo aquél que lo necesite. De más está decir que los requisitos para recibir dichos créditos son ínfimos, casi cualquiera podrá acceder a ellos. Como también ordené el comienzo de la construcción de un Instituto Tecnológico en el pueblo, para el beneficio de toda la juventud. El Ministerio de Educación, ya encargó ocuparse de los detalles para confeccionar un plan de estudios que se dictarán en dicho establecimiento. Como broche de oro: les adelanto que una gran empresa multinacional de automotores está estudiando la posibilidad de levantar una planta de armado en un predio frente a vuestro pueblo, excelente!, ¿no les parece?
Bueno amigos, he tenido un placer en conocerlos y charlar con ustedes, les agradezco la posibilidad que me han dado de habernos reunido. Sepan que las puertas del Ministerio y la mía en particular siempre están abiertas para ustedes. Ahora vuelvan a sus pagos, y que tengan un buen viaje, ¡¡hasta siempre!!

Todo duró unos escasos minutos y antes de entender lo que había ocurrido ya estaban en la vereda del Ministerio. No hay duda, pensaron, contra el gobierno es muy difícil ganar una batalla, más cuando el adversario es un diminuto pueblo perdido en una de las provincias que, desde el punto de vista electoral, no significa fuerza tal como para tenerlo en cuenta.

Hubo manifestaciones en el pueblo, paros en los colegios, incluso se organizó un viaje de vecinos a la capital, para lo cual se fletaron seis colectivos subvencionados por la Alcaldía. Se les permitió ubicarse frente al Ministerio de Obras Públicas. Hubo muchos policías y cámaras de T.V. Nadie se dignó salir a recibirlos o encontrarse con ellos, no obstante se hizo la petición como correspondía. Todo en vano. Al final del día volvieron al pueblo, cansados y decepcionados.

Con referencia a la queja presentada en la Policía, se obtuvo como contestación que luego de haberse estudiado y analizado la cuestión se decidió pasar el expediente a la Fiscalía de la Nación.

Pasaron dos semanas. Llegó a la Alcaldía una carta con membrete oficial. Se trataba de la contestación sobre la °queja°. La respuesta fue sencilla, corta y concisa. El caso se encontraba en estudio, añadiéndose además, que existía la posibilidad de no recibir nueva contestación, y que pasados los treinta días hábiles, desde la presentación de la queja, queda permitido por ley el derecho a exigir un juicio, en primeras instancias en el orden provincial y si se lo considera necesario en el orden nacional.

Dos de las familias más arraigadas del pueblo decidieron, después de una reunión que albergó más cien personas, no esperar hasta último momento.
En silencio, sin grandes parsimonias, un buen día, bien temprano, varios camiones inmensos recolectaron, en una decenas de casas, muebles y demás utensilios, pertenecientes a familias que decidieron abandonar el pueblo.
Los comentarios se propagaron como una ráfaga. Cuando los camiones con su preciosa carga enfilaron hacia la salida del pueblo, fueron acompañados por un millar de ojos. Algunos mostrando susto, otros preocupación y no pocos llenos de lágrimas.

El día llegó. Como si una barrera invisible habría caído del cielo, el silencio invadió toda la porción de la ruta que bordeaba el pueblo. A las siete de la mañana se colocaría el cartel, unos cuantos kilómetros atrás, que anunciaba el desvío de la RUTA 8.

El día fue gris, ventoso triste. No se escuchaba ni una voz, ni siquiera un gemido. Una ráfaga trajo una andanada de hojas secas, como abofeteando las caras del grupo de conciudadanos, que parados a la entrada del pueblo, parecían presenciar una obra de teatro.
Lentamente volvieron sobre sus pasos. En grupos de dos, de cinco, familias con sus hijos. Todo un pueblo caminando hacia un mañana que no sabían que le depararía.

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beto

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