CRÓNICAS DE VIAJE

martes, agosto 25, 2009

Jugarretas del destino

La invitación llegó a último momento. Al principio, mientras abría el sobre, ignoraba el remitente. El asombro remplazó a la curiosidad. Dejó transcurrir unos instantes; reeleyó las lineas que sintetizaban una decisión.
Por lo visto sería un evento nada común. La tarjeta de cartulina encerada, ribetes plateados, gritaban la importancia y vislumbraban el nivel que los organizadores pretendían de la reunión.
El lugar elegido despertaba, sin embargo, una ligera incógnita al tratarse de un salón de renombre, en su tiempo, pero los años habían actuado pesadamente sobre él.

En un primer momento, al detener su mirada especificamente en la fecha tan cercana, restó importancia a la invitación ubicandola entre las cartas leídas.
Al día siguiente, con la llegada del correo y luego de clasificar la correspondencia, se topó, una vez más, con aquella tarjeta, despachada a último momento, como demostrando la intención de haber sido enviada como para cumplir cierta obligación moral, o lo peor, causa de un olvido. Sea lo que fuere, la impresión del hecho era lo que contaba. Razón suficiente, para quedar en el cesto de los asuntos pendientes.

El sábado amaneció nublado. Recordó que debería llevar a su perro al veterinario, correspondía recibir las vacunas. Preparó la camioneta, plegó el asiento trasero, y allí se fueron los dos, a cumplir con los requisitos de una buena salud profiláctica.

Quiso la casualidad, en alguna forma hay que llamarla, que al entrar en la clínica, ella salía acompañada con Sussy, su perrita simpática.
Los ojos de ambos mantuvieron la mirada como si el tiempo no hubiera recogido las hojas de varios otoños; un leve estremecimiento golpeó las paredes de su caja toráxica.
-¡Qué sorpresa!- Dijo ella rompiendo el asombro- Qué agradable encontrarte, ¿recibiste la invitación?
Lo que pretendió ser una continuación de algo, resultó un golpe bajo, de esos que duelen muy dentro y al llegar a destino estallan.
-¿La invitación? ¿Qué invitación? Las respuestas interrogativas fueron como lanzas.
Rápida como relámpago precesor de la tormenta, ella respondió:
-Entiendo. No tenés idea de lo que estoy hablando. El frío de la mañana no es suficiente como para enfriar tu enojo,¿eh?
-¿Yo enojado? No tengo motivo y menos necesidad. Y...cambiando de tema ¿Qué pasa con la mimosa, está emfermita?- Y sin esperar contestación levantó a la perrita, quien al reconocerlo se recostó sobre su pecho; Sussy, Sussy...linda perrita, buena perrita...Por lo que veo está muy bien, entonces con seguridad la visita es para las vacunas...
-Exacto, sabelotodo...bueno nos vamos, que lo pases bien, ah, y vos también Gonzalito- el perro la miró, revoleó la cola a diestra y siniestra- Y veo que me recuerda, perro educado es para destacar...chauchito a los dos, Bay, bay...

En el camino de regreso resolvió entrar en una florería. Allí encargó un arreglo floral, insisitió que debería ser algo especial, original. En la tarjeta escribió las frases acostumbradas. Anotó la dirección, día y hora del envío. Pagó y a otra cosa.



Segundo capítulo
(Cinco años antes)

El hotel apareció exacto como los amigos del club lo habían descripto. Un poco alejado de la ciudad, estilo colonial, de una sola planta, ventanales inmensos: la luz de los antiguos veladores irradiaban una luminosidad embriagadora que invitaba a entrar.
Se miraron, un acuerdo total. La pareja caminó con lentitud hacia el portón de entrada.
Festejaban cuatro años de casados, cada aniversario un lugar distinto. Ambos compartían idénticos sentimientos desde aquel día de la excursión del Club, donde se conocieron y se perdieron en medio del torrental.

La habitación amplia, confortable. Lamentaron que estarían solo el fin de semana.
Dejaron las valijas a un costado, tomaron unos sorbos del exquisito coñac, presente de la casa y otorgaron a sus instintos libre albedrío.

Fue ella la primera en despegar un ojo la mañana siguiente. La luz del nuevo día se esforzó para entrar, aprovechando una rendija entre los gruesos cortinados del ventanal.
Palpó a su costado la espalda de su compañero, aun dormía, tibia, una sensación de gozo llenó todo su ser. Casi, casi lo despertó, pero recapacitó. No se atrevía, ya conocía la posible reacción de tal intento. La bofetada recibida en plena cara la vez anterior que no se retuvo, aun la recuerda, como si hubiera ocurrido el día anterior.

Se levantó, tomo un baño; sin cubrir su cuerpo posó frente al espejo. Estudió con cierta supremacía, tal vez con una mirada despectiva, la imagen allí reflejada. Sus ojos buscaban, sondeaban, cada tramo, pliegue de piel, sondearon toda protuberancia, desnivel. Exhaló un suspiro de conformidad.

Se introdujo nuevamente en la cama. Esperó. La imagen de un pájaro con un alita rota, se dibujó allí en la sombra-luz producida por el sol sobre la pared. Lloró, como lloraría un payaso al finalizar la función del día.

Una sonrisa apareció entre sus lágrimas, secas lágrimas…una mano velluda se acomodó entre sus muslos. Creyó perder su seguridad, su rostro reflejaría lo que su mente tramaba. Entre suspiros, penetración, éxtasis, no recordó el pasado, se esfumó.

El malestar la acosaba ya dos días; su amiga Sol le encendió la lamparita:
-¿Quizás…? Insinuó.
-Si, es posible, el último aniversario, el mes pasado en la campiña nos volvimos a encontrar, fue fantástico, ¿me entendes? Mañana pido turno al Dr. Metoly, es bueno y muy simpático. Cuando sepa algo te chiflo.

La revisación y la prueba fueron rápidas, el resultado por supuesto positivo. Recibió los consabidos sermones del cuidado, alimentación sana, bla, bla, bla.
Salió del consultorio, se sentó en el primer café que encontró. Entre pocillo y pocillo, meditó. Trató de convencerse, no resultó complicado. Pidió la guía telefónica y buscó lo que su mente tenía decidido. A los poco segundos un discreto aviso llamó su atención. *Sanatorio en las afueras de la ciudad, discreción, atención médica especializada, precios módicos*
Anotó la dirección y teléfono. Salió para encontrar una cabina pública, nada de dejar rastros en su celular. Se comunicó y pactó la primera entrevista para el día siguiente al mediodía.

Al llegar a la casa él estaba sentado en su sillón en el living, dormitando. Decidió esperar que se despierte para relatarle lo sucedido y su lógica resolución.
Este tema ya lo habían tratado con anterioridad y llegado siempre a la misma conclusión. Él desechaba por completo la sola idea de la maternidad. Mantenía que no estaba dispuesto a compartir su amor y cariño con nadie, sea quien fuere.

Se levantó malhumorado, problemas de negocios dijo. Ella, por lo tanto, no creyó oportuno hacerlo partícipe, por el momento, de su nuevo estado.
Avisó a su jefe en la oficina, que se tomaría la tarde libre; le comentó que no se sentía bien, agregando que unos días de descanso no le vendrían mal, ya le avisaría al respecto.

Quiso calmar las náuseas con un jugo de limón, que pidió al mozo en el barcito al lado de la clínica. Esperó a su amiga, quien la puntualidad no era su fuerte.
Se escuchó una frenada ruidosa, Sol estacionó el coche y corrió hacia ella.
-Perdón, querida, los chicos, ¿me entendes, no? ¿Entramos?

No tuvo en cuenta el asunto del coche, lo dejó aparcado al lado de su casa; para llegar a la clínica pidió un taxi, calculó que volvería con su amiga.

Su maridito llegó temprano. Al no encontrar en la casa, no obstante había visto su coche afuera, no supo a que atenerse. Ninguna nota, ningún llamado. Sus nervios comenzaron a trabajar a ritmo acelerado.
Buscó en el baño, en el dormitorio, en el patio, nada. Optó por llamar al despacho de los abogados donde era secretaria. –No se encuentra, se retiró temprano, no se sentía bien. Pónganos al tanto de su estado estamos preocupados…

Decidió romper con los pactados acuerdos: evitar llamadas que podrían ser inoportunas. La situación era, en aquel momento, de suma importancia y urgencia, pues dejaba más de un interrogante, por lo cual vio como necesario resolver de inmediato el problema.

Llamó, al tercer intento, escuchó una voz extraña…
-Hola,.. ¡¡ ¿Quién habla?!!
-¿Esteban? No se asuste, soy yo, Sol, ¿Cómo le va? Martha está ocupada, en unos momentos se comunicará con Ud. ¿okey?
Se escuchó el clic de la interrupción telefónica. Qué mal carácter tiene este tipo, pensó.
En menos de una hora, se le permitió entrar a la pequeña salita.
-Ya pasó todo, querida, ¿Cómo te sentís?
-Lastimada por fuera y por dentro. Me tardará mucho tiempo reponerme, si lo logro, por supuesto…
-Cositas como éstas, hoy por hoy, se efectúan millones al día, quédate tranquila, juntas lo pasaremos, ¿No confías en mí?
-No es eso, no dudo de tu amistad, tontona, segura de que estarás a mi lado como siempre, el problema soy yo y el que está en casa ¿entendés?
-Si, por supuesto, con tiempo todo volverá a su curso, ah! me olvidaba, él llamó a tu celular, contesté informándole que estabas ocupada y que lo llamarías mas tarde, el maleducado, por no catalogarlo con una grosería, me cortó el teléfono en las narices, qué tipo asqueroso tu compañerito, nena…
-Pensando mejor, creo que no actué como correspondería, Debo descansar unos días en tu casa, lo cual será un poco difícil de encubrir. No sé como me las arreglaré.
Siguieron charlando. Unas horas después, Sol la dejó en la puerta de su casa.

Respiró y entró.
Al traspasar la puerta percibió nubes negras, cargadas de furia, en el ambiente.
-¿Ernesto, estás en casa? Ya volví…
Un silencio se escuchó en toda la casa. Fue derecho al dormitorio, la habitación le pareció como después de un vendaval, todo revuelto, ropero, cómoda, mesas de luz, colchón, típica escena cinematográfica, posterior a un robo. Inclusive las valijas y bolsos de viaje, abiertos, desparramados por el suelo.
No entendía nada. ¿Ladrones? o ¿Quizás él buscó algo?
Volvió al salón. Marcó el número de su celular, escuchó la musiquita muy cerca, provenía de la cocina, -¿Esteban estás ahí?
Al entrar en la cocina lo encontró sentado, sobre la mesa una botella de whisky casi vacía, el cenicero repleto. No dijo una sílaba, los ojos como alfileres se clavaron en los suyos.
-¿Qué pasó Porqué estás así?
Saltó como un felino a su presa, el golpe de su mano, en el vientre de ella fue colosal, Martha se dobló como una bisagra, el segundo golpe lo recibió en la nuca, fue acompañado de un grito de animal enjaulado.
-Ramera, ¡te odio! te aborrezco… maldita ¡Vete, vete con tu compinche…buscona, te dejo en libertad para que tengas el tiempo de sobra para revolcarte en su cama…
Mala mujer…¡¡¡VETE YA!!! …

Con sus últimas fuerzas se recuperó, llego casi arrastrando hasta la puerta de calle, tomó la cartera y las llaves del auto y salió. Subió al coche con mucha dificultad, se miró en el espejito retrovisor, las lágrimas no alcanzaron a salir, estaban petrificadas en las cuencas de sus ojos. Sintió una puntada en el bajo vientre, quiso creer que comenzaba un derrame pues algo húmedo corría entre sus piernas. No esperó más, puso el vehículo en marcha, enfiló derecho a la clínica.
No obstante sus nervios al borde de la explosión, condujo con cautela, lo único que le faltaba era un accidente. Al llegar relató lo acontecido, la acostaron en una camilla y la llevaron a primeros auxilios. Aparecieron dos médicos que después de una corta revisación le informaron que debería ser intervenida quirúrgicamente de urgencia. Sin titubearlo aceptó. Alcanzó a dar el número de teléfono de su amiga y desapareció tras las puertas del quirófano.

Al abrir los ojos, distinguió una carucha conocida -¡¡Qué suerte Sol, como te extrañé!!
No terminó la frase y estalló en un torrente de lágrimas acumuladas, la bronca, la vergüenza, todo fue derramado en su llorido.
Sol se acercó para abrazarla, fuerte, fuerte, pero se aguantó, no quería producirle mas dolores, se conformó con un cariñoso beso y un apretar de manos caluroso.
-Ya pasó, cálmate chiquita, yo estoy aquí, a tu lado, quedáte tranquila, ¿O querés que yo también me ponga a llorar? Basta, por favor…

Pasó unos días de internación y fue dada de alta. Aceptó la esperada invitación de su amiga, para pasar un tiempito en su casa. Recibió unos medicamentos y una caja de analgésicos para los dolores. Se le aconsejó realizar cortas caminatas durante un tiempo y por supuesto terminantemente prohibido esfuerzos físicos por ahora. Lo del cuello, fue diagnosticado como un simple hematoma superficial, que se solucionaría con una cuellera.


Tercer capitulo
(El año pasado)

Al año siguiente del “incidente”, así lo llamaba Sol, trabajaba en una empresa especializada en la venta de implementos agrícolas; los dueños, familiares de su amiga, eran la mar de simpáticos, y la trataban como una más de la familia.
El trabajo consistía en centralizar los pedidos, repartirlos a las diferentes secciones, desmontar de la existencia, etc. No era pesado, no obstante pasaba muchas horas en la oficina.
El respetable sueldo le permitió el alquiler de un hermoso departamentito en un edificio céntrico. La vida le volvió a sonreír.

El jefe de la sección Contaduría la invitó a tomar una copa, una semana antes del Fin de Año. Para evitar un posible rechazo comentó que vendría con otro de los jefes, y consultó si sería posible extender la invitación a su amiga Sol, que pos supuesto la conocía y le consideraba una excelente persona, agregó que con seguridad pasarían una agradable velada.
Cosa extraña, no lo dudó, y aceptó la propuesta. Dejó descartada la reacción de Sol, la conocía suficiente.
Era la primera oportunidad en la que tendría una relación tan cercana con un representante del sexo opuesto desde el incidente.
Sol, al enterarse de la buena nueva, exclamó, -Tan poco tiempo en la empresa y ya te conquistaste a ese solterito; te comento que varias muchachitas le pusieron el ojo y se quedaron con las ganas.
-Despacito, nena, solo tomaremos unas copas, no exageres la nota. Ya te lo dije, no quiero saber nada más sobre asuntos hombres. Lo que pase me alcanzó.
-Bueno, bueno, no lo tomes a la tremenda, solo te comenté sobre el susodicho, ¿Mirá que sos quisquillosa!

El tema referido, fue mas de una vez comienzo de conversación entre las amigas, pero indefectiblemente suspendido. Por mas que Sol quiso en diferentes ocasiones salir con amigos, hacerla participar en reuniones, fiestas, siempre recibió la negación de su herida amiga,-Nunca más, ni siquiera intentarlo, ya tuve suficiente-

Pero el tiempo es enemigo de los recuerdos, en especial los tristes, y cuanto más dolorosos, mejor remedio,

Dos días antes de la cita decidieron, mejor dicho Sol propuso y ella aceptó, comprar algo nuevo, moderno, si es posible llamativo, para estrenar.
Sol se eligió, después de revolver cuatro boutiques, un blusón estampado de florecillas diminutas, muy mono, provisto de un atrevido escote, como era su estilo. Para ella compró una blusa turquesa muy fina, y un pantalón negro con un delicado cinturón.
En verdad, ella misma se sintió linda, inclusive atractiva, allí frente al espejo la noche antes de la salida. Una cierta sonrisa apareció en sus labios. Sol lo notó, y apretó sus mandíbulas, tragó saliva decidiendo evitar posibles reacciones no deseables.

Llegó la hora y allí salieron las dos amigas, todas elegantes y coquetas a la noche de los tragos.

Una reunión amena, charla sobre temas del día; el susodicho resultó muy simpático, de correctos modales, muy moderno en sus gustos, varios de ellos coincidentes con los de la nueva empleada. Sol propuso, no podía con su genio, seguirla en una discoteca no muy lejos de allí, los ojos del terceto coincidieron en ella. Sin dudar contestó que no lo creía conveniente y que no faltarían oportunidades. Nadie agregó palabra y se dio por finalizada la salida. Antes de despedirse, Ramón, el supuesto pretendiente, palpó la delicada situación y consultó la posibilidad de invitarla a un paseo el próximo fin de semana. Recibió un si rotundo. Alegre como un perro con dos colas, subió a su coche y salió despedido como una violenta ráfaga.

Salida siguió a salida. Las relaciones tomaron con notable rapidez una consabida seriedad y no tardo en llegar el día de plantar bandera y concretar el día para la ceremonia correspondiente, el casamiento.

Cada uno resolvió confeccionar la lista de sus invitados, concordaron que deseaban una pequeña reunión con no muchos participantes, exceptuados familiares por supuesto.
En aquellos instantes, ella dudó en sumar el nombre de Ernesto a la lista. Consultó el tema con Sol. –Ni se te ocurra, no seas loca, que reviente solo, es como debe pasar el resto de su vida, abusador y violento, no hagas papel de arrepentida, no le perdones su proceder, te lo digo por tu bien.

Ramón fue más sopesado en sus conceptos. Conocía por supuesto la triste historia de boca de su futura esposa. No obstante en su momento reaccionó en forma severa y repudió sobremanera el proceder de aquel hombre, respondió que a su parecer no correspondía que tal sujeto figure entre los presentes en el día tan significativo para la pareja. Reconoció que ella estaba en su legítimo derecho de cursar la invitación si así lo creía correcto.

El casamiento tuvo rebordes muy comentados en el que decir de la sociedad empresarial de la ciudad. En la página de Sociales, apareció la pareja en el momento de la puesta de añillos en una foto a todo color, Allí se informaba que inclusive el mismo Intendente de la ciudad figuraba entre los que brindaron con las copas en alto por la felicidad de los novios.
Como punto picaresco se destacó un arreglo floral , entre los numerosos que llegaron como presentes de familiares y amigos de la pareja; era una pequeña carroza, adornada al estilo navideño, con todos los elementos que correspondían, solo un detalle llamaba la atención: faltaba el conocido pesebre.



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@beto brom
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3 comentarios:

  1. Muy buena historia Beto e impecable narrativa, lo que la hace mucho mejor. Al final no pude dejar de pensar que el que es malvado lo es siempre, la ironía del regalo floral así lo demuestra. Un abrazo mi querido amigo escritor. Magda

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  2. Contento que ha sido de tu agrado, Magdush.
    Lindo recibir tus comentarios.
    un besote, amigaza.
    beto

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  3. Contento que ha sido de tu agrado, Magdush.
    Lindo recibir tus comentarios.
    un besote, amigaza.
    beto

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